Presentación personal de una educadora en proceso de educación.

Las presentaciones nunca han sido lo mío y como mala presentadora que soy, siempre empiezo mis introducciones así, dejando caer que los inicios no son lo mío. 

Mi nombre es Marta, Marta Yuste Sánchez si hablamos de mi nombre completo. Mis orígenes se remontan al año 1997 en el que nací en un pueblo de Cáceres llamado Hervás (realmente nací en Salamanca porque lo de nacer en un pueblo sin hospital estaba un poco complicado para una que no se movió en todo el embarazo y quería salir de patas).

Hervás es un pueblo que vive del turismo y es conocido por gente de fuera por dos motivos principales: sus tiendas de peletería y, sobre todo, su Barrio Judío. 

Aunque Hervás es mucho más que eso. Si yo tuviera que quedarme con una sola cosa de mi pueblo, sería su su entorno, lleno de naturaleza. Un entorno que se compone de una gran cantidad de paisajes distintos y preciosos.

Vengo de hacer una carrera en Biología en la Universidad de Salamanca y el cómo he acabado queriendo dedicarme a la educación es una historia un poco confusa (tal y como mis textos, sí). 

La verdad es que cómo buena estudiante de ciencias, nunca me imagine que acabaría queriendo dedicarme a la enseñanza, pero, volviendo al pasado, creo que alguien ajeno a mi persona (ya que yo no tengo muy buen ojo conmigo misma) podría haberlo vaticinado, ya que la razón de que yo estudiara Biología y la razón de que ahora me decante por la educación son la misma: un buen referente, una buena profesora de dicha asignatura. 

Siempre he sido una fiel creyente de que si haces algo que te gusta, es decir, te dedicas a algo que te gusta, se nota, y aquellos a los que se dirige tu trabajo se nutren de ello. Eso me pasó con dicha profesora de Biología, le gustaba tanto enseñar su asignatura que te la transmitía con facilidad. Desde que empecé en Natural Science hasta acabar Biología en segundo de bachiller mi pasión por la asignatura fue creciendo y -aunque yo aún no lo descubriría hasta estar en mitad de mi carrera universitaria- mi interés por la enseñanza también crecía a su vez.

De este modo, en medio de la confusión que surge al acabar bachiller y plantearte qué haces ahora con tu vida, acabé estudiando Biología, un poco de rebote, si soy sincera, porque no sabía si quería ser bióloga, psicóloga, enfermera o fisioterapeuta (y al final ninguna de las anteriores).

Yo empecé Biología pensando que quería trabajar en laboratorio y a eso de mitad de carrera me di cuenta de que estaba un poco complicada la cosa, así que empecé a plantearme la docencia y tras un par de años de debate interno llegué aquí, al querer ser profesora.

Así que supongo que mi relación con el mundo educativo viene un poco de aquí, de cómo un buen ejemplo me dio un buen objetivo en mi vida. 

Por otra lado, también viene un poco del contacto que he tenido con niños a través de ser niñera o a través de voluntariados, que me han abierto los ojos a lo gratificante que es tratar con generaciones más jóvenes y a lo importante que es tener buenos educadores en los sistemas de enseñanza. 

Al final, los profesores que tienes acaban determinando un poco tus decisiones en la vida, te condicionan socialmente casi tanto como tu familia (o incluso más) y si está en mi mano, me gustaría ser una buena influencia en la vida de otros alumnos, así como una buena profesora lo fue para mí.